Con la promesa del Sueño Americano estafan a miles de mexicanos
A una edad en la que muchos están pensando en retirarse, él sueña con seguir trabajando. El es Don Josué tiene 58 años, y desea con todas su fuerzas vivir el sueño americano.
Un sueño que en realidad son dos, porque quiere trabajar pero en Estados Unidos, donde viven sus hijos y sus nietos.
Y en pos de ese sueño, es más lo que Josué ha perdido que lo que ha ganado. La pérdida se puede medir en dinero contante y sonante: 13.000 pesos mexicanos (US$1.000). Toda una fortuna para él.
Josué es una de las 3.000 personas engañadas por "Chamba México", una compañía que -según una investigación realizada por la organización Jornaleros Safe- entre diciembre de 2012 y abril de 2013 se apoderó de más de 20 millones de pesos (US$1,5 millones) de trabajadores que buscaban visas temporales para EE.UU., ya fuera la visa H-2A, para trabajadores agrícolas, o la H-2B, para trabajadores temporales no agrícolas.
En la sala (que sirve al mismo tiempo de habitación matrimonial) de su casa de paredes exteriores sin enjalbegar, Josué empieza a desgranar su historia.
Por el cerro
"¡Yo desde cuándo no quería volver a Estados Unidos! Pero mis hijos me decían que estaba muy difícil pasar por el cerro. En noviembre mi cuñado me dijo que había visto un aviso en un periódico, con una dirección en Toluca donde nos podían ayudar (a conseguir la visa). Y me dice: vamos".
Josué ha pasado a Estados Unidos "por el cerro" (es decir, sin papeles) en unas diez ocasiones. "La última vez que pasamos por el cerro con mi esposa fue en 2004, por Juárez. Pero rápido, de volada. Antes era muy fácil".
Ha ido y vuelto varias veces. A principios de los años 80 fue a Houston. Luego, en el 88, a Los Ángeles. En total, ha estado unos 20 años en EE.UU. Allá crecieron -y viven- sus hijos, quienes, a diferencia de él, sí hablan inglés.
"Trabajé muchos trabajos. En restoranes. Como diez años en una pollera, matando pollos. Ocho años en la plomería. De pintor. He hecho de todo".
Hace dos años regresó con su esposa a México porque su suegro estaba muy enfermo. Pero las cosas no le han ido muy bien, así que pensó en regresar. Entonces apareció su cuñado con el providencial aviso de prensa y la dirección en Toluca.
"Era la dirección de unas oficinas y fuimos en noviembre a pedir información. Primero nos pidieron 1.000 pesos para el récord criminal, después 6.000 pesos para darnos la visa e irnos".
Como en noviembre no tenían el dinero, regresaron en enero a entregarlo. También dejaron sus pasaportes.
Para entonces, Jornaleros Safe ya estaba sobre la pista. Uno de sus integrantes se hizo pasar como trabajador y las sospechas sólo se ahondaron: los salarios de las "chambas" temporales que ofrecían en Estados Unidos y Canadá eran muy altos (hasta US$15 la hora). Y jamás daban los nombres de las empresas que supuestamente los contratarían.
Sin embargo, a Josué todo le lucía legal. Oficinas amplias, varias secretarias. Papel membreteado con referencias oficiales, como el RFC (Registro Federal de Causantes, entregado por la Secretaría de Hacienda) y autorización de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social.
Después, se descubriría que Chamba México tenía oficinas similares en 19 de los 31 estados del país.
"Nos dijeron que para fines de febrero seguro nos tenían todo. Luegos nos llamaron y nos dijeron que íbamos a salir el 29 de marzo, un viernes, de Toluca para Monterrey. Que en Monterrey nos iban a dar las visas para que nos fueramos para Estados Unidos. Después nos cambiaron el día para el domingo".
¿Dónde están?
En este punto de la conversación las blancas manos de José empiezan a agitarse un poco, como bajeles al vaivén de una marea profunda.
"Nos fuimos el sábado por la tarde para llegar el domingo por la mañana. Hasta pagamos hotel. El domingo llegamos como 300 personas a esas oficinas. Estaban cerradas, sin ningún aviso, nada. Dijimos, 'no, pues es domingo, tal vez se equivocaron...'. Después nos fuimos a buscar de comer y de vuelta al hotel".
Al otro día estaban en las oficinas antes de las seis de la mañana. "Vimos un camión de transporte. Y dijimos: ahora sí es. Pero no: ese camión traía gente de otros estados. Llegaron, las siete, las ocho, las nueve...".
Y llegaron más personas en busca de sus visas -hombres en su mayoría, todos adultos-. Se calcula que unas 800 personas se congregaron en esa dirección de Toluca. Todos habían pagado por la visa. De los de Chamba México, ni rastro.
"Cerramos una calle y llegaron varias patrullas, reporteros. Un grupo se fue a la PGR (Procuraduría General de la República, la fiscalía) para hacer la denuncia. Como a las 12:00 o 1:00 de la tarde llamé a mi señora y le dije 'ya vamos pa' México'.
-¿Qué pasó?
-Que no fue nada, le contesté.
Don José llegó el martes a Ciudad de México. Ese mismo día murió su suegro.
Por todo México
Las mismas escenas se repitieron en varios estados de la república entre el viernes 29 de marzo y el lunes 1º de abril. La gente de Jornaleros Safe recopiló los datos de al menos 3.000 personas engañadas. Pero creen que pueden ser más. Y no sólo perdieron el dinero: también sus pasaportes.
El 5 de abril, el consulado de Estados Unidos en Monterrey emitió un comunicado en el que advertía que no se debían utilizar intermediarios para solicitar la visa y recordaba los requisitos para conseguirla.
Para pagar los gastos, José vendió un pequeño carrito de golf de su propiedad, el cual usaba como bici-taxi. "Llevaba dos años trabajando con él. Era mi sustento, me daba para comer".
Lo mismo hicieron muchos otros: éste también vendió su auto. Aquel renunció a su trabajo. El de más allá malvendió todo lo que tenía.
Los integrantes de Jornaleros Safe lograron alertar a varias personas. Sin embargo, muchos no creyeron. ¿Cómo hacerlo, si Chamba México tenía permisos gubernamentales, cuentas bancarias a su nombre, oficinas y publicidad en medios reconocidos?
Pero ese fin de semana todo desapareció como por ensalmo. Las oficinas y cuentas bancarias quedaron vacías.
La Procuraduría ha recibido más de 1.277 denuncias formales. Hasta el momento sólo tres personas han sido detenidas.
Pero José no ha recobrado ni su dinero ni el pasaporte. Y todavía sigue pensando en irse a Estados Unidos para reunirse con sus hijos. Aunque no buscará su sueño a cualquier precio: "Mi cuñado dice que se quiere ir aunque sea por "el cerro". Pero es muy difícil. Porque matan, asaltan, todo. Yo no le arriesgo".
-¿Qué es lo que le gusta de Estados Unidos?
Su mirada se fija. Sus manos se aquietan.
-Me trataron bien. Yo no tengo queja de nadie. Allá la gente es muy diferente, hasta en el modo de manejar. De Estados Unidos me gusta todo. Es mejor económicamente y está uno con la familia. Es mejor allá que aquí, 100%. Mi vida es más difícil ahora. Antes tenía el carrito. Ahora está pior.