Furia desatada por caso Iguala; incendian Palacio de Gobierno, Congreso local y ayuntamiento de Chilpancingo
Chilpancingo, Gro.- La indignación social por la muerte y desaparición de 43 estudiantes normalistas desató la furia en esta capital, maestros de la CETEG y estudiantes normalistas incendiaron el Palacio de Gobierno, el Congreso local y el ayuntamiento de Chilpancingo.
Un Palacio de Gobierno destruido. Trabajadores retenidos. Normalistas y burócratas enfrentados a pedradas. Caos. Carro incendiado. Policías antimotines replegados. Acoso de helicóptero de la Fiscalía. Maestros cetegistas y antimotines midieron fuerza a empujones. Sótano de Palacio Municipal arruinado.
Todo ocurrió hoy en la jornada de protestas, al día 16 de la violencia desatada en Iguala, que se resume en el ataque a normalistas de Ayotzinapa por policías municipales, con el saldo de seis personas muertas, 24 heridas, y 43 normalistas desaparecidos. La demanda de presentación con vida de todos ellos genera la protesta en Palacio de Gobierno.
A las 11 de la mañana, normalistas tomaron Palacio de Gobierno, con la consigna de no dejar entrar ni salir a nadie. Eran unos 2 mil empleados, y no más de 200 normalistas, acompañados por padres y familiares de sus 43 compañeros desaparecidos, que llegaron en ocho camiones de las empresas Estrella de Oro y Estrella Blanca.
Sólo algunos trabajadores pudieron salir antes. Uno de la Secretaría de Gobierno, diría más tarde, en el conteo del saldo en el inmueble del Ejecutivo, que vieron cómo el personal de la Secretaría de Finanzas se anticipó a la protesta, porque la dinámica conocida es que Gobernación avisa a la Dirección de Personal de cada manifestación.
Cerca de las 14 horas el presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (Coddehum) de la entidad, Ramón Navarrete Magdaleno, acudió a Palacio de Gobierno, dijo, por la llamada de las mujeres trabajadoras. Acordó con los normalistas que pudieran salir las mujeres, niños, y personas con discapacidad. Salieron tres largas hileras de personas que inició a formarse desde las 13 horas.
Dos horas y media transcurrieron sin novedad de la protesta. Pero al rozar las cinco de la tarde, los trabajadores varones se arremolinaron en la puerta trasera de Palacio de Gobierno, la que da salida a la calle que se crea con el costado de la tienda de autoservicios Soriana. Para ese momento, la presencia de normalistas de ese lado escaseaba: un grupo importante incendiaba una camioneta repartidora de Bimbo, en la lateral del encauzamiento Huacapa, frente al Instituto Tecnológico de Chilpancingo. Así replegaron a las decenas de centenas de antimotines que llegaban de ese lado.
Los trabajadores rompieron el cerco de cadenas y carritos del súper sobre las puertas. Algunos, quienes encabezaban, se veían como si estuvieran molestos, quizá por las horas de encierro. Los normalistas se juntaron para frenarlos y alguien, del lado de los burócratas, ya en la calle, lanzó una botella de vidrio e inició el enfrentamiento a pedradas. Duró menos de cinco minutos. Una maestra de la Ceteg se puso en medio de los normalistas y burócratas, y a gritos dirigiéndose a los trabajadores, paró el enfrentamiento: "¡Déjenlos!, ¡Déjenlos!, ¡Porquerías!".
Los normalistas, dispersados los trabajadores, y el inmueble libre por completo, volvieron a la carga: las piezas de adoquín de las jardineras las convirtieron en al menos cuatro piedras, las cuales arrojaron en los cristales, primero, desde afuera, los edificios que dan a la calle; después, a todos, los siete que llevan por nombre cada una de las siete regiones del estado, desde adentro.
Una comisión de normalistas cuidó la puerta de rejas para que nadie entrara, pero entre los espacios entre una y otra se vio cómo arrojaban cuanto objeto se encontraron. La puerta de cristal del edificio Centro, el de las oficinas y salas que ocupa el gobernador Ángel Aguirre Rivero, cedieron hasta el final y con mayor golpes de piedras.
De afuera sólo se escuchaba los objetos estrellarse al piso y detonaciones más intensas a los cohetones que lanzaban cuando iniciaron la toma de Palacio de Gobierno, o a los que lazaban en dirección al cielo cada vez que veían acercarse al helicóptero de la Fiscalía General de Justicia que rodeó el perímetro de protesta.
El humo y objetos quemados al centro de la explanada del edificio gubernamental adelantaban más. Incendiaron el edificio Tierra Caliente por completo, se comprobó una vez el paso libre. Todos los demás, con todos los vidrios rotos.
En el edifico incendiado, funcionaban el Copladeg, Contraloría Interna, Periódico Oficial del Gobierno del Estado, y oficinas de la Sedeso.
Bomberos, policías estatales y antimotines llegaron a Palacio de Gobierno a apagar el fuego. También salió del edificio Acapulco el secretario de Finanzas, Jorge Salgado Leyva, en dirección al edificio Centro, al que entró apresurado, al parecer para evitar a reporteros que buscaban una entrevista. Logró evitarlos. Unos cinco minutos después llegaron decenas de antimotines, y formaron una hilera frente a ese edificio, como si protegieran al funcionario.
Los bomberos terminaron de hacer el trabajo fuerte: apagar la furia de una protesta nunca antes en el pasado reciente documentada.
Ceteg allanó el camino
Las protestas de hoy las iniciaron los maestros de la Ceteg en el Congreso del estado, donde los diputados entregaban la presea Eduardo Neri a la ex diputada Guadalupe Gómez Maganda, por su "destacado trabajo legislativo".
Los maestros se encontraron con una barricada de policías antimotines que cuidan desde hace varios días la sede del Poder Legislativo. Intentaron entrar por la fuerza: con el esqueleto de una valla metálica empujaron a los policías protegidos con sus escudos y cascos, y les arrojaban piedras que después les regresaban los uniformados.
Los maestros para entonces habían incendiado una bodega del Congreso o antiguo espacio de cajero automático, de donde salía un humo espeso que dramatizó el ambiente. El contingente magisterial de algunas decenas se retiraron, hicieron parada en la delegación de la PGR para exigir resultados de la investigación del caso Iguala, y se trasladaron a la autopista del Sol y tomaron la caseta de Palo Blanco.
Más tarde se sumaron a Palacio de Gobierno, pero al igual que los padres sin participar en su destrucción. Palacio Municipal, sí fue por su cuenta.
Un Palacio de Gobierno destruido. Trabajadores retenidos. Normalistas y burócratas enfrentados a pedradas. Caos. Carro incendiado. Policías antimotines replegados. Acoso de helicóptero de la Fiscalía. Maestros cetegistas y antimotines midieron fuerza a empujones. Sótano de Palacio Municipal arruinado.
Todo ocurrió hoy en la jornada de protestas, al día 16 de la violencia desatada en Iguala, que se resume en el ataque a normalistas de Ayotzinapa por policías municipales, con el saldo de seis personas muertas, 24 heridas, y 43 normalistas desaparecidos. La demanda de presentación con vida de todos ellos genera la protesta en Palacio de Gobierno.
A las 11 de la mañana, normalistas tomaron Palacio de Gobierno, con la consigna de no dejar entrar ni salir a nadie. Eran unos 2 mil empleados, y no más de 200 normalistas, acompañados por padres y familiares de sus 43 compañeros desaparecidos, que llegaron en ocho camiones de las empresas Estrella de Oro y Estrella Blanca.
Sólo algunos trabajadores pudieron salir antes. Uno de la Secretaría de Gobierno, diría más tarde, en el conteo del saldo en el inmueble del Ejecutivo, que vieron cómo el personal de la Secretaría de Finanzas se anticipó a la protesta, porque la dinámica conocida es que Gobernación avisa a la Dirección de Personal de cada manifestación.
Cerca de las 14 horas el presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (Coddehum) de la entidad, Ramón Navarrete Magdaleno, acudió a Palacio de Gobierno, dijo, por la llamada de las mujeres trabajadoras. Acordó con los normalistas que pudieran salir las mujeres, niños, y personas con discapacidad. Salieron tres largas hileras de personas que inició a formarse desde las 13 horas.
Dos horas y media transcurrieron sin novedad de la protesta. Pero al rozar las cinco de la tarde, los trabajadores varones se arremolinaron en la puerta trasera de Palacio de Gobierno, la que da salida a la calle que se crea con el costado de la tienda de autoservicios Soriana. Para ese momento, la presencia de normalistas de ese lado escaseaba: un grupo importante incendiaba una camioneta repartidora de Bimbo, en la lateral del encauzamiento Huacapa, frente al Instituto Tecnológico de Chilpancingo. Así replegaron a las decenas de centenas de antimotines que llegaban de ese lado.
Los trabajadores rompieron el cerco de cadenas y carritos del súper sobre las puertas. Algunos, quienes encabezaban, se veían como si estuvieran molestos, quizá por las horas de encierro. Los normalistas se juntaron para frenarlos y alguien, del lado de los burócratas, ya en la calle, lanzó una botella de vidrio e inició el enfrentamiento a pedradas. Duró menos de cinco minutos. Una maestra de la Ceteg se puso en medio de los normalistas y burócratas, y a gritos dirigiéndose a los trabajadores, paró el enfrentamiento: "¡Déjenlos!, ¡Déjenlos!, ¡Porquerías!".
Los normalistas, dispersados los trabajadores, y el inmueble libre por completo, volvieron a la carga: las piezas de adoquín de las jardineras las convirtieron en al menos cuatro piedras, las cuales arrojaron en los cristales, primero, desde afuera, los edificios que dan a la calle; después, a todos, los siete que llevan por nombre cada una de las siete regiones del estado, desde adentro.
Una comisión de normalistas cuidó la puerta de rejas para que nadie entrara, pero entre los espacios entre una y otra se vio cómo arrojaban cuanto objeto se encontraron. La puerta de cristal del edificio Centro, el de las oficinas y salas que ocupa el gobernador Ángel Aguirre Rivero, cedieron hasta el final y con mayor golpes de piedras.
De afuera sólo se escuchaba los objetos estrellarse al piso y detonaciones más intensas a los cohetones que lanzaban cuando iniciaron la toma de Palacio de Gobierno, o a los que lazaban en dirección al cielo cada vez que veían acercarse al helicóptero de la Fiscalía General de Justicia que rodeó el perímetro de protesta.
El humo y objetos quemados al centro de la explanada del edificio gubernamental adelantaban más. Incendiaron el edificio Tierra Caliente por completo, se comprobó una vez el paso libre. Todos los demás, con todos los vidrios rotos.
En el edifico incendiado, funcionaban el Copladeg, Contraloría Interna, Periódico Oficial del Gobierno del Estado, y oficinas de la Sedeso.
Bomberos, policías estatales y antimotines llegaron a Palacio de Gobierno a apagar el fuego. También salió del edificio Acapulco el secretario de Finanzas, Jorge Salgado Leyva, en dirección al edificio Centro, al que entró apresurado, al parecer para evitar a reporteros que buscaban una entrevista. Logró evitarlos. Unos cinco minutos después llegaron decenas de antimotines, y formaron una hilera frente a ese edificio, como si protegieran al funcionario.
Los bomberos terminaron de hacer el trabajo fuerte: apagar la furia de una protesta nunca antes en el pasado reciente documentada.
Ceteg allanó el camino
Las protestas de hoy las iniciaron los maestros de la Ceteg en el Congreso del estado, donde los diputados entregaban la presea Eduardo Neri a la ex diputada Guadalupe Gómez Maganda, por su "destacado trabajo legislativo".
Los maestros se encontraron con una barricada de policías antimotines que cuidan desde hace varios días la sede del Poder Legislativo. Intentaron entrar por la fuerza: con el esqueleto de una valla metálica empujaron a los policías protegidos con sus escudos y cascos, y les arrojaban piedras que después les regresaban los uniformados.
Los maestros para entonces habían incendiado una bodega del Congreso o antiguo espacio de cajero automático, de donde salía un humo espeso que dramatizó el ambiente. El contingente magisterial de algunas decenas se retiraron, hicieron parada en la delegación de la PGR para exigir resultados de la investigación del caso Iguala, y se trasladaron a la autopista del Sol y tomaron la caseta de Palo Blanco.
Más tarde se sumaron a Palacio de Gobierno, pero al igual que los padres sin participar en su destrucción. Palacio Municipal, sí fue por su cuenta.