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Pese a zika, brasileños planean festejar el carnaval

Fotos: AP

El carnaval brasileño es el sueño de todo mosquito hambriento... Cinco días de fiesta continua con millones de personas en las calles, cuyos tobillos, piernas, brazos e incluso torsos descubiertos son un manjar apetitoso.

A pesar de las recomendaciones de que la gente se cubra todo el cuerpo y use abundante repelente en medio de un brote de zika, muchos brasileños dicen que pantalones y camisas de mangas largas, sumado al uso de repelentes, son algo que no encaja con el ambiente festivo del carnaval. Insisten en que se manejarán como de costumbre, incorporando tal vez alguna lentejuela adicional y algunas plumas.

"Hay que divertirse", comentó Angela Pessanha, propietaria de una mueblería y quien se describe como una "fanática del carnaval". Y el carnaval, señaló, "es la mejor manera de darle una buena dosis de diversión a todo el mundo".

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Los festejos de este año comienzan el viernes, en momentos en que Brasil tiene poco para celebrar. La economía más grande de América Latina atraviesa por su peor recesión en varias generaciones, se ha pedido un juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, un escándalo de corrupción en la petrolera estatal volteó a numerosas figuras políticas importantes y una creciente inflación y desempleo están afectando a la población.

A eso agréguele un severo brote de zika, un virus que muchos investigadores creen puede estar asociado con graves defectos de nacimiento.

Los brasileños, no obstante, están acostumbrados a los cambiantes ciclos de la economía y a la corrupción, y en las últimas tres décadas aprendieron a vivir con el dengue, otro virus transmitido por el mismo mosquito aedes aegypti que propaga el zika.

"No pienso en esas cosas", declaró el estudiante universitario Pedro Maciel mientras llenaba un carrito con 12 paquetes de cerveza y varias botellas del vodka nacional más barato, en la esperanza de que eso alcance para satisfacer a 16 amigos que están de visita en Río... al menos en el primer día del carnaval. "Desde ya, todas estas son cosas importantes que nos preocupan a los brasileños, pero no volveré a pensar en ellas hasta que termine el carnaval".

Río, capital mundial del carnaval, no ha sido tan golpeada por el brote de zika que afecta mayormente regiones pobres del nordeste del país, donde se han registrado la mayoría de los casos de zika y los defectos de nacimiento conocidos como microcefalia. De todos modos, epidemiólogos advierten que el carnaval puede constituir un "cóctel explosivo", capaz de propagar el zika a partir de una combinación de calor, multitudes y piel descubierta. Por ello las autoridades han lanzado una campaña para combatir los mosquitos.

Equipos de fumigadores han estado fumigando el sambódromo por donde desfilarán miles de bailarinas de las escuelas de samba, luciendo trajes que consisten en poco más que tacos altos, triángulos de spándex ubicados en sitios estratégicos y alguna pintura en el cuerpo.

También exhortan a la gente a que se cubra el cuerpo, pero nadie parece hacerles caso, a juzgar por la cantidad de piel que se ve en los "blocos" que preceden al carnaval y que comenzaron hace varios días.

El anuncio del martes de que una persona de Texas, Estados Unidos, contrajo zika a través de una relación sexual podría ser un llamado de atención importante, en vista de la promiscuidad que caracteriza al carnaval. Abundan las competencias para ver quién tiene relaciones con más personas, que a menudo son mucho más que besuqueos.

En medio de tanta agitación económica, política y del brote de zika, varias ciudades están tomando medidas preventivas. En Capivari, localidad del estado de Sao Paulo de 50.000 personas, la municipalidad suspendió el carnaval que auspiciaba, diciendo que invertirá los 25.000 dólares que había ahorrado en la lucha contra el mosquito.

El Dato

  • Incluso en los sitios que no han sido tan afectados por el caos, donde habrá carnaval, los festejos serán más sobrios que en otros años.

Regina Rodrigues Alves, quien vende diademas con orejas de gato, coronas de plástico fabricadas en China y otros adminículos típicos del carnaval en un puesto en el barrio de Ipanema, dice que hay bastante menos movimiento que el año pasado.

"Se nota que la gente no quiere gastar. Regatean o directamente no compran nada", expresó la mujer de 58 años, quien dice que hay mucha gente que llega con hieleras para ahorrar en alcohol.

El carnaval, el festejo más emblemático de Brasil, es visto desde hace tiempo por los sociólogos como una especie de válvula de escape, vital para la supervivencia del rígido orden social del país. Durante cinco días, según la teoría, los pobres se visten de reyes y toman las calles. Se olvidan de los problemas y renace la esperanza. Los otros 360 días del año, los reyes del carnaval vuelven a sus vidas duras.

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