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En Juchitán nunca hemos aplicado la norma estatal de construcción, admite alcadesa

En Juchitán nunca hemos aplicado la norma estatal de construcción, admite alcadesa

En Oaxaca hay un reglamento de construcción oficial que fue reformado en 1998 para incluir nuevos criterios de seguridad estructural y nuevos mecanismos de verificación, ¿por qué no se aplica?

Los censos preliminares realizados en Juchitán, Oaxaca, indican que en este municipio hay más de 14 mil inmuebles con daños totales o parciales, generados a raíz del sismo del pasado 7 de septiembre. Muchas son construcciones antiguas (con más de 80 años de existencia), sin cimentación y cuyo único material sólido es el adobe o, en el mejor de los casos, ladrillos.
Sin embargo, otro grupo de construcciones derrumbadas durante el sismo está integrado por edificaciones modernas, cuyo desplome puso en evidencia las irregularidades, y la corrupción, implícitas en su edificación.
Se trata de casas y edificios públicos modernos que, por ejemplo, no cuentan con varilla en sus cimientos, sino con alambrón; o que fueron construidas a la vieja usanza, sólo con ladrillo, y los cimientos fueron simulados, sólo para dar la apariencia de solidez, o que contaban con plantas superiores flotadas, soportadas por una losa.

Durante un recorrido por la cabecera municipal de Juchitán, el caso que con mayor frecuencia pudo detectarse fue el de las viviendas que no contaban con columnas de soporte en la planta baja, pero sí en las plantas superiores. En muchos de estos casos, la planta baja era de adobe o ladrillo cocido, pero cargaban estructuras de concreto, varilla y tabique, mucho más pesadas que su base, lo que terminó derrumbándolas durante el temblor del 7 de septiembre.

Además, se pudo constatar que algunas columnas de concreto del mercado principal no estaban conectadas con la trabe que supuestamente sostenían, lo que provocó que esta edificación sufriera daños estructurales graves; así como bancos y otros negocios cuyos cimientos cambian de lugar de planta en planta, o que de plano sólo tienen cimientos en algunas plantas y en otras no, siempre con el mismo resultado: el colapso.

F. es una madre de familia que, como muchos en este municipio, aguarda fuera de su casa derrumbada, en espera del grupo de jóvenes que el gobierno federal contrató para integrar una lista de afectados (lista que, a más de un mes del siniestro, sigue inconclusa).

F. aguarda junto a un un castillo derrumbado, cuya estructura metálica (a la vista tras su caída) es de alambrón electrosoldado, considerablemente más delgado y débil que la varilla. Esa era una de las columnas que sostenía su vivienda, hoy a punto de derrumbarse por completo.

En Juchitán, explica F., como en cualquier parte del país, “para construir tienes que pagar tu permiso, y se lo tienes que pagar al ayuntamiento”, sin embargo, detalla, “ni antes ni ahora ha existido un presidente municipal (en Juchitán) que se preocupara por la seguridad de las construcciones“.

Para las autoridades locales, remata, “si las casas estaban dañadas, era problema de las personas que vivían ahí”.

–¿Y las autoridades municipales no verificaban la seguridad de las casas, luego de otorgar la licencia de construcción?

–No –responde F.–, acá no, la verdad, acá no es así.

Esta falta de aplicación de procedimientos de seguridad estructural, de hecho, hizo del mismo ayuntamiento de Juchitán su presa, ya que incluso el palacio municipal (construido en el siglo XIX y ampliado en distintas ocasiones durante el siglo XX) contaba con secciones erigidas con concreto y materiales pesados, sobre estructuras antiguas conformadas exclusivamente por ladrillo, sin columnas de soporte, mismas que se vinieron abajo con el temblor.


Para conocer qué criterios siguió la administración municipal para verificar la seguridad de las construcciones autorizadas en los años recientes, Animal Político contactó a la presidenta municipal de Juchitán, Gloria Sánchez (PAN-PRD), quien aseguró que en Oaxaca “no hay ningúna reglamentación de las autoridades para poder ver y supervisar una construcción moderna. Cada quien decide, esa es la realidad en Juchitán”.

Lo dicho por la funcionaria, sin embargo, es equivocado, ya que en Oaxaca existe un reglamento de construcción oficial al menos desde 1978, mismo que en 1998 fue reformado para incluir nuevos criterios de seguridad estructural y nuevos mecanismos de verificación.

Luego de hacerle esta precisión, la presidenta municipal reconoció que existe ese reglamento, pero, aclaró, “aquí (en Juchitán) no aplica. Nunca ha aplicado”.

Según el reglamento estatal de construcciones, la aplicación de esta normativa está en manos tanto del gobierno estatal, como de los ayuntamientos, los cuales, en igual medida, cuentan con facultades para verificar la seguridad de toda construcción antes de que inicie su edificación, e incluso después.

De hecho, este reglamento obliga tanto a los gobiernos municipales como al estatal a demoler aquellas construcciones (modernas o antiguas) que representen un riesgo para la población, o a realizar las obras que garanticen dicha seguridad (cargándole el costo a los propietarios).

No obstante, explicó la alcaldesa Gloria Sánchez, “como nunca hubo un sismo de tal magnitud, no había ninguna cuestión estricta en las reglas de construcción (en Juchitán), y así han pasado muchísimas administraciones”.

Tal como explicó la funcionaria, la omisión en la aplicación del reglamento es lo que le ha permitido a Juchitán mantener su “originalidad”, es decir, sus construcciones “autóctonas, sin varillas en las esquinas, sin refuerzos”, por ello, reveló, en la actualidad busca un convenio con las autoridades estatales y federales, que permita reconstruir estas casas en su forma inicial, con los materiales originales.

Aunque ella misma reconoció que muchas de esas casas construidas con técnicas antiguas se vinieron abajo con el sismo, confió en que “con este sismo se van a establecer nuevas reglas y normativas para hacerle ver a la gente que así debe de ser, con ciertos requisitos (de seguridad), pero si la gente no quiere, nosotros, como autoridad, no podemos obligarlos”.

La realidad del municipio es muy sencilla, explica por su parte L., vecino de Juchitán y dueño de un restaurante: “Aquí nadie verifica nada, sólo cobran, y si tú quieres hacer algo que no esté permitido, nomás pagas y ya”.

L. pone un ejemplo: “Cerca del Tecnológico (de Juchitán) hay unas construcciones privadas que apenas hicieron este 2017, pero las construcciones se comieron como 60 centímetros de la banqueta, ya no dejaron espacio para caminar por ahí, y nadie les dijo nada. No les importó que por ahí pasan todos los estudiantes del Tecnológico, y ellos ahora tienen que caminar por el paso vehicular, que está tremendo (efectivamente, en Juchitán no existe respeto por el peatón). ¿Tú crees que vino (la dirección municipal de) Obras a decirles a los dueños de esa construcción que respetaran la banqueta, que le dejaran un paso a los estudiantes? Jamás. Pa’ terminar rápido: hay mucha corrupción acá. Aquí, a la presidenta municipal le dicen Gloria Trump”.

–¿Por qué?

–Porque apuesta a cosas que no están bien, como querer limpiar a la fuerza el centro (del municipio), limpiarlo de ambulantes, y como la gente no se quiso ir, metió a la policía para desalojarlos… Detrás de ella está su hermano, Héctor Sánchez, y ambos forman parte de un grupo político que desde los 80 gobiernan Juchitán. Aquí se ha hecho una mafia, el mismo grupo gobierna desde hace muchos años, y nada más se van intercambiando los puestos: el de Tesorería pasa a presidente municipal; y el de Obras a Tesorería; y cada trienio se intercambian cargos, nada más. Gloria Sánchez ha sido varias veces funcionaria municipal, en gobiernos del PRI, del PRD, y cuando llegó a la presidencia, fue candidata del PRD y del PAN.

Ese grupo político que ostenta el control de Juchitán, concluye L., es el responsable del derrumbe de las construcciones del municipio, tanto como el sismo del pasado 7 de septiembre.

Animal Político