El “dedazo” regresó a México, pero esta vez el que importa es el de los ciudadanos: The Economist
La influyente revista inglesa, de corte liberal, dice que la selección de Meade da inicio a una carrera de siete meses por un trabajo difícil. “El próximo Presidente tendrá que lidiar con una creciente tasa de criminalidad, enojo por la corrupción, una economía débil y Donald Trump, que para entonces puede haber decidido terminar o cambiar drásticamente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre México, el Estados Unidos y Canadá”.
La revista inglesa The Economist, una influyente publicación de corte liberal, dice este día en un amplio reportaje que aunque el ritual del “dedazo” ha regresado a México, esta vez lo que importará es el voto de los ciudadanos.
Dice que José Antonio Meade, el casi seguro candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) considerará que el respaldo de Enrique Peña es una “bendición mixta”.
“El Presidente es el menos popular, con una calificación de aprobación del 26 por ciento (aunque eso es más del doble de lo que era a principios de este año). Los votantes creen que ha hecho muy poco por combatir el crimen y la corrupción y, después de un escándalo de conflicto de intereses, dudan de su honestidad. Cinco de cada seis votantes dicen que los líderes corruptos son un ‘gran problema’. En octubre, 2,371 personas fueron asesinadas en México, el número más alto registrado en un solo mes. Eso hace una burla a la promesa de Peña en 2012 de reducir a la mitad la tasa de homicidios. La economía se redujo en el tercer trimestre de este año después de que un par de terremotos en septiembre mataran a más de 450 personas. Un colapso del TLCAN causaría más daño. Solo uno de cada ocho mexicanos piensa que el país está en el camino correcto y casi la mitad dice que nunca votarán por el PRI. Hace unos meses, algunos observadores especularon que el partido tal vez ni siquiera se molestaría en presentar un candidato serio para la presidencia”.
The Economist inicia contando cómo una de las costumbres en la era del gobierno de partido único en México era el dedazo, la elección del Presidente de su sucesor, que “inevitablemente sería elegido para un solo mandato de seis años”.
El gobierno autoritario del Partido Revolucionario Institucional (PRI) terminó en 2000, pero el dedazo regresó el 27 de noviembre de este año, cuando Enrique Peña Nieto, el Presidente, eligió a su Secretario de Hacienda, José Antonio Meade, como candidato del PRI para las elecciones presidenciales se celebrará en julio.
Agrega: “Esta vez, sin embargo, el dedazo que cuenta pertenece a los votantes”.
La revista inglesa dice que la selección de Meade da inicio a una carrera de siete meses por un trabajo difícil. “El próximo Presidente tendrá que lidiar con una creciente tasa de criminalidad, enojo por la corrupción, una economía débil y Donald Trump, que para entonces puede haber decidido terminar o cambiar drásticamente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre México, el Estados Unidos y Canadá”.
El sucesor de Peña “también tendrá que decidir si continúa con las reformas de la economía, la energía y la educación que él comenzó. Meade no tiene garantías, de ninguna manera, de ganar. Por el contrario, Andrés Manuel López Obrador, un populista de izquierda que ya se postuló dos veces para presidente, está adelante en la mayoría de las encuestas. Si su ventaja se mantiene, él ganará la elección de una vuelta”.
The Economist dice que un tercer contendiente es Ricardo Anaya, presidente del Partido de Acción Nacional (PAN).
La publicación con sede en Londres da una breve semblanza de Meade, cita la encuesta de GCE (que asegura que el abanderado del PRI tuvo un brinco extraordinario en las preferencias, contra la de Reforma, más nueva, que lo deja en tercer sitio) y agrega:
Al elegirlo, Peña fue a buscar a alguien con poco equipaje político y mucho peso intelectual. El señor Meade es el primer candidato para un partido político importante que no pertenece a ningún partido.
Pero “para ganar tendrá que realizar un acto de equilibrio político horriblemente complicado. Debe atraer a los votantes del PAN, el enemigo del PRI desde hace mucho tiempo. Al mismo tiempo, debe encender a los partidarios del PRI y hacer uso de la formidable máquina electoral del partido”.
“Sin embargo, solo el 11 por ciento de los miembros del PRI nombraron a Meade como su primera opción para ser el candidato presidencial del partido”, agrega.
Si Meade se sale con la suya, la elección será un referéndum no sobre el historial de Peña sino sobre López Obrador, a quien los oponentes interpretan como una versión mexicana del venezolano Nicolás Maduro. AMLO mezcla el enojo justificado contra el establishment político corrupto con ideas populistas, como hacer que México sea autosuficiente en energía y alimentos”, dice la publicación, de corte liberal, que ya en ocasiones anteriores se ha lanzado contra el dirigente de izquierdas y lo ha comparado, según el momento, con Hugo Chávez o con Maduro.
[AMLO] Apela principalmente a la mitad de los mexicanos considerados pobres. El hábito de Trump de insultar a México ayuda a López Obrador, ya que es el nacionalista más vociferante entre los principales candidatos. El trasfondo multipartidista de Meade refuerza la afirmación de López Obrador de que no hay diferencia entre los grandes partidos, y que solo él puede rescatar a México de la ‘mafia del poder’, dice.
Últimamente, López Obrador prácticamente ha descartado las políticas populistas. El 22 de noviembre, su partido, Morena, publicó un manifiesto de 415 páginas que no promete nada más aterrador que un mayor gasto en infraestructura y programas sociales (y no hay aumento de impuestos para pagarlo). Su equipo ha lanzado una biografúa hábilmente producida llamada ‘Este soy yo’, en el que visita su ciudad natal en Tabasco y cuenta la historia de su vida a través de evocadoras melodías de piano, señala The Economist.
Dice que el principal rival de Meade para el voto anti-AMLO será probablemente Anaya, cuyo partido se ha aliado con el PRD y Movimiento Ciudadano más pequeño. “Anaya espera que este Frente corte el apoyo de López Obrador mientras sigue apelando al núcleo de votantes pro empresarial del PAN”.
La semana pasada, señala, el PAN anunció que favorece un ingreso básico para todos los mexicanos, una medida diseñada para atraer a los votantes de López Obrador. “Los aliados de Anaya insisten en que está en mejores condiciones que Meade para derrotar a AMLO. Meade será visto como un ‘cómplice’ de la corrupción por no denunciarlo en el gobierno de Peña, dicen. Su estilo de voz suave no logrará movilizar a los votantes”.
Pero Anaya tiene desventajas al menos igual de severas. Él tiene menos peso político que Meade y es menos candidato de protesta que López Obrador. Muchos mexicanos ven el Frente Ciudadano como un matrimonio de conveniencia en lugar de uno de convicción. Podría perder votos con Margarita Zavala, la esposa de Felipe Calderón, quien renunció al PAN en octubre para postularse a la presidencia como independiente. Zavala critica el proceso de selección de candidatos del Frente como ‘antidemocrático’ (el Frente dice que aún no ha acordado un proceso). Ella tiene una buena relación con Meade que data de su servicio en el gabinete de su marido; algunos analistas creen que eventualmente puede abandonarlo y respaldarlo.
The Economist concluye: “Si eso sucede, la carrera puede ser entre Meade, un miembro no político del sistema, y López Obrador, un político antisistema. Peña mantendrá sus dedos cruzados”.