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Navojoa: A don Arturo sus fieles amigos lo cuidan y escoltan en su silla de ruedas

NAVOJOA, Sonora.- Como fieles amigos y guardianes, cinco perros callejeros acompañan a Arturo Morales Briseño, un hombre de 74 años de edad que se desplaza en silla de ruedas y quien ha forjado un vínculo especial con estos canes, pues los alimenta y les da de beber desde hace año y medio.

El hombre residente de la colonia Constitución de esta ciudad sale a la calle y en su silla de ruedas va a un supermercado a unas cinco cuadras de su hogar, pero “El Palomo”, “Pequeña”, “Daisy”, “Blacky” y “El Pinto” lo acompañan muy de cerca, a cada lado de la silla, protegiéndolo.

Llegaron hace año y medio; les compro chicharrón en la comida china, me venden chicharrón de pollo, entonces compro para varios días para no estar yendo y viniendo”, mencionó al detenerse en la calle mientras que sus cinco amigos pararon a esperarlo expectantes, muy de cerca para cuidarlo.

Uno llegó primero, luego otro y así hasta que se hizo la manada, añadió, y son animales muy agradecidos pues Arturo toma el alimento con sus manos y se los da directo en el hocico para que no se peleen entre ellos y a cambio estos animales le dan amor y lo acompañan a donde va.

“Tres son hembras y dos machos, son muy cariñosos, muy afectivos”, subrayó, “hay que considerar que son seres vivientes y que uno debe saber recibir el beneficio que nos dan porque nosotros le debemos de dar apoyo en su existencia, no crueldad, no maltrato, no indiferencia; es lo que considero yo”.

De pronto, al estar en la entrevista en la calle, “El Palomo” se acercó, se puso de frente al adulto mayor y le dio la pata como invitándolo a seguir su camino, pues era ya hora de la comida (12:30).

Son animales muy agradecidos, muy dados a acompañarnos a nosotros los seres humanos; el perro es un animal agradecido, es una cualidad que les debemos copiar, ser agradecidos como ellos”, recalcó.


COMO EN CASA

Arturo dijo que estuvo 58 días internado en un hospital, pero los canes tienen acceso a su domicilio, donde les dejó comida y agua pero también los mismos vecinos los alimentan.

“Viven en la calle pero tienen acceso a mi casa, les dejo un margen para que puedan entrar y salir y les tengo puesta agua para que siempre tengan qué beber y siempre les tengo reserva para que tengan qué comer”, abundó. El hombre continuó su camino y sus fieles acompañantes muy cerca de él, en un alto para cruzar la calle Jiménez, una de las más transitadas de la ciudad, los canes se aseguraron de que no vinieran vehículos para que Arturo pudiera cruzar sin riesgo y atentos a cualquier persona que se acercara al adulto mayor.



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